martes, 1 de febrero de 2011

Cumpleaños feliz....

Nadie sabe porque le afectó tanto. Se levantó una mañana fría de invierno pensando que ese día iba a ser su día, que no le iba a pasar nada malo. Se miró en el espejo de su habitación y se dijo a sí misma que estaba guapa hoy. Esa mirada que se reflejaba en el espejo no había salido a la luz desde hacía mucho tiempo, esa mirada de esperanza y felicidad. Se puso su sudadera favorita y se calzó las zapatillas que un día sus padres le regalaron por su cumpleaños, hacía un año. Cogió su pesada mochila del colegio y comenzó su larga caminata hacia el lugar que todos los jóvenes odian, el instituto. Cuando por fin llegó al enorme edificio azul con escasas ventanas, se paró en la puerta y respiró hondo tres veces. Cerró los ojos y se dijo que hoy iba a triunfar. Fue poner un pie en el patio del colegio y la pesadilla se desató. Todo el mundo la miraba con ojos divertidos y cuchicheaban a su paso. Se reían de ella cuando la veían pasar por su lado, pero nadie le decía que pasaba, nadie le dijo nada. Cuando llegó a su clase, 3ºB, se quedó sin aire en los pulmones. Encima de las mesas había unas fotos suyas en ropa interior tomadas desde el balcón del edificio de enfrente de su casa, aquel que todo el mundo creía abandonado. Las lágrimas comenzaron a saltar en sus mejillas. El aire no entraba en sus pulmones, la sangre no corría por sus venas, se había quedado paralizada. No podía mover ninguno de sus miembros, no reaccionaban a sus órdenes. De repente, entró en la clase la farru del instituto, aquella que le iba jodiendo la vida a la que se cruzara en su camino.
- ¿Te ha gustado la sorpresa?- preguntó en tono divertido. La miró con rabia en los ojos, con ganas de saltar sobre su cuello y de estrangularla hasta que sus pulmones se vaciaran de aire y su corazón dejara de latir. De su boca perfecta salió una carcajada que le heló la sangre.
-Es una sorpresa por tu cumpleaños que es hoy ¿no?
No sabía como reaccionar, no sabía afrontar la situación, así que salió corriendo de la clase y se dirigió hacia el baño más cercano, el lugar de refugio donde siempre se escondía para evitar a ese monstruo. Pero justo antes de llegar a la puerta hacia la libertad, una mano fuerte la cogió del brazo y tiró de ella hacia el interior del baño de los chicos. Aquella mano la metió en un baño y cerró la puerta con cerrojo. Ella se tiró al suelo derrumbada y se sentó en una esquina. Alguien se sentó a su lado, pero ella era incapaz de mirar a los ojos a nadie después de que todo el mundo viera  aquellas fotos, de que todo el mundo viera su dignidad aplastada contra el suelo.
-No llores. Esa se ha pasado de la raya, pero no merece ver caer tus lágrimas.
Levantó poco a poco la cabeza, con el miedo reflejado en su rostro. Era el chico que le había gustado desde que estaba en aquel instituto, aquel que le había llamado la atención sobre todos los chicos, aquel que le había engatusado con la mirada, aquella mirada profunda de ojos negros.
El baño se quedó en silencio, un silencio incómodo y largo que parecía no tener fin. Entonces, él comenzó a acercar su cara a la suya, y sus labios comenzaron a rozar los suyos. Fue un beso profundo con el amor que todos desean a flor de piel.
-Ella te ha hecho eso porque me gustas. Te quiero, desde el día en el que te vi entrar por la puerta. No puedo verte llorar, me hace daño.
Entonces los dos se fundieron en un beso largo que callaría todos los comentarios de los demás.
Ese era su regalo de cumpleaños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario